Acabamos de cumplir 199 años de Independencia declarada oficialmente el 28 de julio de 1821.
Sin mayores ceremonias ni desfiles tradicionales, los casi millón de contagiados y 50 mil fallecidos por COVID19 (cifras en sinceramiento) hicieron que estas Fiestas Patrias sean unas de las más tristes como diferentes desde la nefasta Guerra con Chile. Es que, además de la tragedia por las víctimas, la crisis sanitaria ha agravado nuestra siempre escasa economía, detonándose una grave crisis social desde el primer mes de la cuarentena.
En realidad, todos sabíamos que en la eventualidad de ocurrir una desgracia catastrófica, como un terremoto, tsunami, inundación o pandemia, nuestro Estado se encontraba casi imposibilitado de responder a la altura de las necesidades como, efectivamente, siempre ha sucedido.
Por ello, conocido el primer caso de contagio el 06 de marzo pasado, el gobierno dictó medidas oportunas para tratar retrasar el avance del virus el mayor tiempo posible, a fin de que no colapsen los hospitales. Sin embargo, estas no fueron suficientes por varios factores harto conocidos que se evidenciaron con mayor fuerza: precariedad del Estado, pobre educación ciudadana, gobierno mediocre y empresariado codicioso. A esto se suman la desigualdad, discriminación, informalidad, corrupción y falta de solidaridad, entre otros comportamientos individuales y colectivos que arrastramos como lastres durante toda nuestra historia.
No obstante, y con todos los errores cometidos, era evidente que el gobierno hizo el máximo esfuerzo para combatir a este enemigo invisible, en una guerra desigual. Por esta razón, desde el tercer mes del Estado de Emergencia ya se pedía oxígeno, no solo para los infectados sino, también, para el propio Martín Vizcarra. Nos referimos al “oxígeno político” del presidente que implicaba la renovación de su Gabinete Ministerial, pues una eventual 2da Ola de contagios amenazaba sin que la 1era hubiera llegado a la “meseta” esperada y, peor, cuando ya se habían relajado muchas medidas de seguridad sanitaria para permitir la necesaria Reactivación Económica.
Así las cosas, el 15 de julio ocurre este cambio de Gabinete, asumiendo Pedro Cateriano como nuevo Presidente del Consejo de Ministros. Su experiencia política y, principalmente, en el cargo (también fue Premier en el gobierno de Humala), lo hacían considerar una buena decisión para enfrentar esta etapa de la Emergencia que se agravaba cada vez más.
Sin embargo, a la crisis sanitaria, económica y social se incorporó la crisis política. Al principio, tímidamente manifestada con algunos desencuentros entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo (desde la juramentación “presencial” de los congresistas el 16 de marzo, justo en el primer día de cuarentena), para, al final, convertirse en una alarmante crisis por la decisión del Congreso de no otorgarle el Voto de Confianza al Gabinete Cateriano, obligando a renunciar a todos los ministros.
Es verdad que Pedro Cateriano cometió varios errores desde que asumió el cargo, incluso en su misma presentación al Congreso donde expuso un largo Plan de Trabajo como si quisiera, en menos de 12 meses, solucionar los históricos problemas del país. Lo peor es que para los congresistas esto fue muy poco, además de que solo querían escuchar sobre temas de su propio interés. Ni uno ni otro se daba cuenta de que la GUERRA contra la pandemia era el tema exclusivo y excluyente, dentro del que debía incluirse a la Reactivación Económica y las próximas Elecciones Generales.
Lo real es que la historia en nuestro Perú se repitió como siempre, como ratificando la antigua frase: “pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
La negación del Voto de Confianza de los congresistas al exPremier NO fue una sanción o rechazo a sus propuestas, como dicen sus rivales políticos. Fue un golpe duro y traicionero del Congreso a todos los peruanos. No les interesó que estamos en plena Emergencia por una GUERRA que mata 200 peruanos, en promedio, cada 24 horas.
Una denuncia pública hecha después por Cateriano contra Manuel Merino, Presidente del Congreso, por supuesta extorsión para obtener la Confianza, NO modificó lo que ya el Parlamento había decidido.
Esta situación obligó al Presidente de la República a cambiar de Presidente del Consejo de Ministros -y a otros 4 ministros- para formar nuevo Gabinete y tratar de superar la crisis que, legalmente, tenía paralizado a todo el gobierno.
Se espera ahora que el retirado General EP Walter Martos, como nuevo Premier, comande con éxito la guerra contra el COVID19, saque de la crisis económica, principalmente, a los millones de peruanos sin trabajo, y garantice unas elecciones democráticas para el 2021. También, que los congresistas actúen en beneficio del país -en plena Emergencia-, voten por la Confianza, y NO en beneficio de sus intereses partidarios ni electorales, camino a las Elecciones del 11 de Abril próximo.
Robert Castro - Guerra Altamirano
Analista Político.
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